Hoy al volver a casa después de entrenar y verme en el espejo del ascensor, me ha sorprendido que llevaba el poco pelo que me queda levantado hacia atrás que riete de Punset o Einstein.
En principio he pensado que igual había vuelto muy rápido con la bici (hay que reducir el CO2), pero luego me he dado cuenta de lo que realmente ha ocurrido.
El pelo estaba así como consecuencia del ritmo de los jugadores en el entrenamiento, que le ponen tal intensidad que levantan auténticas ventoleras.
Enhorabuena por estas tres semanas que ya habéis superado con las mismas ganas desde el primer día y ¡a seguir despeinándonos!
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